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CARTA A J.N.

Laredo, junio 29 de 1990

Spv. J. N. y esposa
V.

Estimados hermanos:
Les saludo en el nombre del Señor.
Siento mucho no poder darles una conclusión clara acerca del milenio, pues yo, al igual que ustedes, aprendí que durante esos mil años la tierra estará desolada, los impíos muertos y los salvos en el cielo; pero esto no concuerda con lo que enseña el folleto de Escuela Sabática de Cuba.
Hace unos meses yo estuve en Cuba y le pedí a Joaquín y a otros hermanos que me explicaran bien ese asunto, pero realmente no acabé de entenderlo. Hasta ahora lo que sé es que desde hace siglos los teólogos no concuerdan unos con otros acerca de las profecías relacionadas con los acontecimientos futuros, y hay por lo menos tres interpretaciones principales en cuanto al milenio, y cada una de ellas parece estar apoyada por varios versículos bíblicos, pero a la vez cada una está en oposición a otros versículos de la misma Biblia. Todo depende de cuáles textos se interpreten en sentido literal y cuáles en sentido figurado.
Acerca del alma se trató en la reunión del concilio que hubo en Miami a fines del año pasado, y allí se logró armonizar los puntos de vista de R. y de S., que en fin de cuentas no eran tan diferentes en la idea básica como en cuestiones de terminología. Allí se ratificó una recomendación anterior que dice que no debemos enseñar que el alma es inmortal ni que es mortal, pues ambas expresiones pueden ser mal interpretadas. Lo correcto es decir que el alma permanece inactiva durante el tiempo que media entre la muerte y la resurrección.
La respuesta a la otra pregunta que me hacen es: Sí. Si el hombre no hubiese pecado, viviría para siempre, aun cuando no fue creado esencialmente inmortal. Trataré de ilustrarles la idea con un ejemplo.
Supongamos que ustedes tienen tres bolas; una de acero, otra de cristal y otra de hielo. La bola de cristal puede permanecer entera por tanto tiempo como no se caiga o dé un golpe fuerte que la quiebre. La bola de acero no se rompería aunque la golpearan, pero la bola de hielo se deshará tarde o temprano, aunque no sufra golpe alguno.
En este caso la bola de acero, irrompible, es una ligera figura de Dios, quien solo tiene inmortalidad. La bola de cristal, que puede romperse o no, de acuerdo a las circunstancias, es una figura del hombre antes de la caída, que fue hecho para no morir, pero con posibilidad de morir. La bola de hielo es figura del hombre después de la caída, que tarde o temprano muere irremisiblemente.
El Árbol de Vida es Cristo, quien dijo que quien comiere de Él vivirá para siempre. Adán y Eva fueron privados de la posibilidad de recuperar la vida perdurable, pues no tuvieron más acceso al Árbol de Vida.
Tal vez no me he explicado satisfactoriamente, pero confío en que ustedes son buenos comprendedores.
Saludos a los hermanos. Les aprecia vuestro hermano en Cristo,

Ob. B. Luis